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Cómo gestionar las expectativas personales y externas

Las expectativas, tanto internas como externas, son una parte clave del rendimiento deportivo. Según la National Collegiate Athletic Association (NCAA), el 85% de los atletas universitarios de Estados Unidos reportan un nivel significativo de estrés, en parte debido a las expectativas externas, mientras que más del 50% atribuyen su presión a expectativas personales. Este tipo de presión, si no se maneja adecuadamente, puede afectar tanto el rendimiento deportivo como el bienestar mental de los deportistas, lo que subraya la importancia de una gestión efectiva de las expectativas.

¿Qué son las expectativas en el deporte?

Las expectativas deportivas abarcan tanto las metas que un deportista se fija a sí mismo como las expectativas que recibe de entrenadores, compañeros, familiares y medios de comunicación. Las expectativas personales, aunque pueden motivar a los deportistas a mejorar, también pueden convertirse en una fuente de estrés cuando no son realistas. Por otro lado, las expectativas externas, como las impuestas por entrenadores o fans, aumentan la presión y, en muchos casos, no están alineadas con las capacidades reales del jugador. El resultado puede ser una sensación constante de fracaso si no se cumplen las expectativas de otros.

El impacto del estrés en el rendimiento deportivo

El estrés causado por las expectativas puede tener un efecto directo sobre el rendimiento. Los deportistas que se sienten abrumados por la presión pueden experimentar ansiedad, pérdida de concentración y disminución del rendimiento en competiciones. Además, la presión sostenida puede llevar a problemas más graves, como el agotamiento deportivo, que resulta en fatiga física y emocional, y pérdida de interés en el deporte. Este impacto no solo afecta el rendimiento, sino también la salud mental, aumentando el riesgo de depresión y burnout, tal como lo refleja el estudio de la NCAA.

Estrategias para gestionar las expectativas

Comunicación abierta
Hablar con entrenadores, familiares y compañeros sobre las expectativas puede ayudar a reducir la presión. Al establecer metas claras y realistas en conjunto, los deportistas pueden reducir el impacto del estrés generado por expectativas externas.

Enfocarse en el proceso
Concentrarse en lo que el deportista puede controlar, como su técnica y esfuerzo, en lugar de los resultados finales, ayuda a aliviar la presión de cumplir con expectativas imposibles.

Establecer metas alcanzables
Los deportistas deben realizar una autoevaluación honesta para establecer metas que reflejen tanto sus ambiciones como sus capacidades actuales. Establecer objetivos alcanzables y ajustables puede prevenir la frustración y el agotamiento. Conoce como establecer metas alcanzables con el carrusel de SMART.

Ejemplos de éxito en la gestión de expectativas

Simone Biles es un ejemplo destacado de cómo manejar las expectativas externas. Durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, se retiró de varias competencias para priorizar su salud mental, a pesar de la inmensa presión externa por parte de fanáticos y medios. Esto demostró que priorizar el bienestar personal por encima de las expectativas ajenas es crucial para mantener la estabilidad emocional y mental en el deporte.

Gestionar adecuadamente las expectativas es clave para mantener el rendimiento deportivo y la salud mental. Estrategias como la comunicación, el enfoque en el proceso y la autoevaluación realista ayudan a los atletas a lidiar con la presión y evitar el agotamiento. De esta forma, las expectativas se convierten en un motor de mejora, en lugar de un obstáculo.

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