Lo que no se dice también pesa
El 70% de los errores en deportes de equipo, según un estudio de la Journal of Applied Sport Psychology, se deben a fallas en la comunicación entre los integrantes. No se trata solo de lo que se dice, sino de cómo, cuándo y con qué intención se transmite un mensaje en medio de la intensidad del juego. En contextos deportivos donde la presión es alta, el tiempo es limitado y las emociones fluctúan, las palabras y silencios pueden construir confianza… o destruirla.
En el deporte, el cuerpo habla, pero no siempre dice lo que se siente. A veces un mal pase no es un error técnico, sino una desconexión emocional. Un grito entre compañeros no es solo enojo: puede ser frustración acumulada, inseguridad, o miedo a fallar. Y un silencio prolongado en la cancha puede doler más que una crítica directa.
Desde la psicología del deporte, sabemos que la comunicación dentro del equipo es mucho más que instrucciones tácticas. Es una forma de contención emocional, una vía para construir confianza, cohesión y sentido de pertenencia. Lo que se dice –y cómo se dice– puede marcar la diferencia entre un equipo que colapsa bajo presión y uno que se fortalece ante la adversidad.
Muchos deportistas no entrenan estas habilidades con la misma rigurosidad con la que practican su técnica o su fuerza física. Pero la realidad es que la comunicación, el liderazgo emocional y el cuidado del vínculo entre compañeros son determinantes silenciosos del rendimiento colectivo.
Hablar con claridad, escuchar con empatía, apoyar sin juzgar: esas son también formas de competir. Y, muchas veces, las más importantes.
Relato: Lionel Messi y el liderazgo que se escucha sin gritar
Lionel Messi, campeón del mundo y figura histórica del fútbol, ha sido reconocido no solo por su talento, sino por su liderazgo emocionalmente inteligente. A diferencia de capitanes que lideran con gritos, Messi construye su influencia con palabras sencillas, gestos oportunos y una presencia que inspira calma.

Durante la final de la Copa América 2021, en el vestuario previo al partido, su mensaje fue claro: “Vamos a salir a disfrutar. Esta es una final, y las finales hay que ganarlas”. Más que táctica, ofreció contención emocional a un equipo lleno de presión. Sus compañeros han declarado que esas palabras los fortalecieron desde lo anímico, dándoles confianza en el momento más crítico.
Messi demuestra que el liderazgo positivo no siempre es ruidoso. A veces, basta con saber leer al otro y decir lo justo. Su estilo refleja que una comunicación empática y consciente puede ser tan decisiva como una jugada en la cancha.
Las claves psicológicas de una comunicación efectiva y liderazgo positivo
Desde la psicología del deporte, la comunicación se entiende no solo como la transmisión de información, sino como la construcción de relaciones. En ese sentido, un liderazgo positivo entre compañeros requiere varias dimensiones que se entrelazan:
1. Empatía activa
Es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y ajustar el mensaje según el estado emocional del compañero. No todos reciben bien una corrección en caliente; algunos necesitan un gesto de contención primero, otros, una instrucción directa.
2. Escucha atenta
Escuchar no es solo oír. Es realmente sintonizar con lo que la otra persona está expresando, incluso si no lo dice con palabras. En el deporte, donde el lenguaje no verbal es dominante, la lectura del cuerpo y las emociones se vuelve esencial.
3. Feedback constructivo
No basta con señalar errores. Lo valioso es ofrecer sugerencias concretas para mejorar y, al mismo tiempo, reforzar los aciertos. Un “bien ahí” o “confío en ti” puede cambiar por completo el ánimo de un jugador.
4. Confianza mutua
Cuando las palabras vienen de alguien que respeta y es respetado, el mensaje se recibe mejor. La confianza es el suelo donde crece la comunicación efectiva.
5. Regulación emocional
Un líder positivo no es quien nunca se enoja, sino quien sabe cómo canalizar sus emociones para que no contaminen el clima grupal. La comunicación también implica saber cuándo callar y cuándo hablar con firmeza.
6. Cohesión y pertenencia
Los equipos más exitosos suelen tener rituales, códigos compartidos y una cultura interna que promueve la unión. Esta cohesión se cultiva diariamente, y el liderazgo positivo es clave para mantenerla viva.
Dinámicas que afectan la comunicación entre compañeros
No todas las interacciones son positivas. A veces, la cancha puede volverse un espacio hostil si no se manejan adecuadamente ciertas tensiones. Algunas dinámicas que dificultan la comunicación efectiva incluyen:
- Jerarquías rígidas no comunicadas
Cuando un jugador impone su voz sin escuchar, puede inhibir al resto del equipo, generando distancia y resentimiento. - Falta de claridad en los roles
Si no se sabe quién toma decisiones en determinados momentos, pueden surgir conflictos o duplicidades que desordenan al equipo. - Estilos comunicacionales disonantes
Hay jugadores más expresivos y otros más reservados. Sin conciencia de estas diferencias, pueden surgir malentendidos. - Presión externa o interna mal gestionada
Las exigencias externas (técnico, público, familia) o internas (autoexigencia) pueden generar irritabilidad o desconexión emocional.
Acciones preventivas para fomentar el liderazgo positivo
- Entrenamientos de habilidades blandas
Incorporar sesiones regulares con psicólogos deportivos donde se practiquen técnicas de comunicación asertiva, escucha activa y resolución de conflictos. - Espacios de diálogo seguros
Fomentar reuniones entre compañeros sin el cuerpo técnico donde puedan expresar sus emociones, hacer catarsis y proponer mejoras en la dinámica grupal. - Mentoría interna entre jugadores
Jugadores con más experiencia pueden asumir roles de guía emocional para los más jóvenes, fortaleciendo el sentido de pertenencia y contención. - Evaluaciones de clima grupal periódicas
Aplicar instrumentos psicológicos que permitan identificar tensiones antes de que escalen en conflictos mayores. - Códigos de convivencia compartidos
Crear, en conjunto, un “pacto de equipo” con normas de trato, lenguaje y gestión emocional que todos se comprometan a respetar.
El verdadero valor de hablar (y escuchar)
En el deporte de alto rendimiento, donde el foco suele estar puesto en las estadísticas, los títulos o la velocidad de reacción, es fácil olvidar que los equipos están formados por personas. Personas que sienten, que dudan, que se frustran, que necesitan apoyo.
Desde la psicología del deporte, entendemos que una buena comunicación entre compañeros no solo mejora el juego: mejora el clima emocional, refuerza la autoestima individual y fortalece el compromiso grupal. Hablar bien no es un lujo, es una herramienta de salud mental y un factor de rendimiento.
Un líder positivo no es aquel que da órdenes perfectas, sino quien crea un entorno donde todos se sienten seguros para dar lo mejor de sí. Porque cuando un equipo se escucha, se cuida y se respeta, no solo compite mejor… también se transforma en un espacio donde crecer como personas.
.