La mente como motor invisible del rendimiento
En el deporte competitivo, cada punto, segundo o movimiento cuenta. Sin embargo, no siempre gana el atleta más fuerte o el más técnico: muchas veces, la diferencia se marca en el ámbito mental. Según un estudio de Weinberg y Gould (2019), más del 80% de los entrenadores de alto rendimiento considera que la fortaleza psicológica particularmente la capacidad de concentración es el factor decisivo en los momentos críticos de competencia.
En el vóleibol, un deporte de reacción rápida y coordinación grupal, la concentración adquiere un rol central. Cada jugada depende de una toma de decisión precisa y, a diferencia de disciplinas individuales, el error no solo repercute en el propio desempeño, sino que afecta al colectivo. Por ello, tanto jugadores como entrenadores deben comprender que la atención no es un recurso infinito, sino un músculo que debe entrenarse con la misma disciplina que la fuerza, la técnica o la táctica.
La mirada desde la psicología deportiva nos invita a entender que la mente no es un obstáculo, sino una herramienta de control y crecimiento. Cuando el deportista aprende a regular sus pensamientos y emociones, puede transformar la presión en motivación y las distracciones en retos que fortalecen su resiliencia.
Relato desde la cancha: Vicente Parraguirre y el poder del foco
El voleibolista chileno Vicente Parraguirre, una de las figuras más destacadas de la selección nacional, vivió en carne propia la importancia de entrenar la concentración. Durante los Juegos Panamericanos de Santiago 2023, relató una experiencia clave en un partido frente a Argentina:

«En el segundo set estábamos en desventaja y el coliseo era un caos: la hinchada gritaba, los rivales festejaban cada punto y yo sentía que me iba del partido. Me descubrí pensando más en el marcador y en lo que podía pasar si perdíamos, que en mi propia ejecución. En ese momento recordé lo trabajado con la psicóloga del equipo: parar un instante, tomar una respiración profunda, fijar la mirada en un punto específico del balón y repetirme mi palabra clave, ‘confianza’. Ese pequeño ritual me devolvió al presente. Saqué con precisión, el punto entró limpio y de a poco logramos recuperar el ritmo. Desde entonces entendí que la mente puede convertirse en tu mayor aliada en medio del ruido.»
Este relato refleja una verdad central en la psicología deportiva: concentrarse no es eliminar las distracciones, sino aprender a convivir con ellas, filtrando lo irrelevante para dirigir la energía hacia lo esencial.
Técnicas psicológicas para blindar la concentración
Las investigaciones en psicología del deporte han identificado diversas estrategias que permiten fortalecer la atención en contextos de alta exigencia:
- Rutinas pre-acción: pequeños rituales antes de ejecutar una acción (respiración, palabra clave, visualización de la jugada) ayudan a fijar el foco en lo inmediato y a reducir interferencias cognitivas.
- Mindfulness deportivo: entrenar la capacidad de estar en el “aquí y ahora”, observando pensamientos y emociones sin dejarse arrastrar por ellos. Mejora la estabilidad mental y la recuperación tras errores.
- Reencuadre cognitivo: transformar pensamientos de presión (“no puedo fallar”) en desafíos motivantes (“este es mi momento para aportar al equipo”).
- Control de estímulos: simular en los entrenamientos situaciones de presión (ruido, interrupciones, público ficticio) para desarrollar resistencia atencional.
- Focalización progresiva: aprender a alternar entre atención amplia (movimientos del rival, posición del equipo) y atención estrecha (balón, gesto técnico). Esta flexibilidad evita bloqueos mentales.
- Palabras gatillo o anclas atencionales: términos cortos como “foco”, “aquí”, “ya” sirven para cortar pensamientos intrusivos y redirigir la atención.
La clave está en practicar estas técnicas sistemáticamente, no solo en competencia, sino también en los entrenamientos, para que se transformen en hábitos automáticos.
Acciones preventivas y tips para jugadores y entrenadores
Además de las técnicas individuales, existen acciones preventivas que permiten crear un entorno más favorable para la concentración:
- Entrenar con distractores controlados: incorporar música, interrupciones o incluso árbitros invitados durante los entrenamientos para simular situaciones de presión real.
- Establecer rutinas de equipo: crear señales colectivas (miradas, gestos, palabras breves) que recuerden al grupo volver al foco tras un error o punto adverso.
- Evaluar el nivel de concentración: después de cada práctica, los jugadores pueden autoevaluar su foco en una escala de 1 a 10, detectando progresos o retrocesos.
- Uso de respiración diafragmática: enseñar a detenerse brevemente antes de un saque o una recepción clave, regulando la activación fisiológica.
- Apoyo desde el cuerpo técnico: los entrenadores deben reforzar las conductas de concentración efectiva, evitando centrar la retroalimentación únicamente en el error.
- Cuidar la higiene mental fuera de la cancha: respetar tiempos de descanso, evitar sobreexposición tecnológica y mantener hábitos saludables de sueño y alimentación.
El rol del entrenador en la gestión atencional
La psicología deportiva subraya que no solo los jugadores, sino también los entrenadores tienen un papel fundamental en la creación de contextos de foco. Un cuerpo técnico que comprende la importancia de la concentración fomenta la práctica de rutinas mentales, promueve la resiliencia ante errores y evita que la presión se convierta en un peso paralizante.
La comunicación positiva, la capacidad de dar feedback en momentos críticos y el modelaje de la calma en situaciones adversas son herramientas que transmiten seguridad y estabilidad mental al grupo.
Más allá del resultado: el triunfo de la mente entrenada
La victoria deportiva suele medirse en medallas, puntos o clasificaciones. Sin embargo, desde la psicología deportiva, un triunfo silencioso pero determinante ocurre cada vez que un jugador logra sostener su concentración en medio del caos. Ese dominio mental, invisible para el público, es el que permite transformar la presión en motor de rendimiento y el error en aprendizaje.
El caso de Vicente Parraguirre no es aislado: es el reflejo de una realidad común en el alto rendimiento. Los deportistas que entrenan la mente con la misma disciplina que el cuerpo alcanzan un nivel de consistencia competitiva que marca la diferencia en los momentos decisivos.
La victoria invisible
El enfoque mental ganador no se construye en un solo partido, sino en la práctica diaria de técnicas psicológicas, hábitos preventivos y rutinas de concentración. Mantener el foco no significa vivir sin distracciones, sino aprender a gestionarlas para que no se conviertan en un obstáculo.
En un deporte de conjunto como el vóleibol, donde cada acción depende de la coordinación entre varios jugadores, la concentración individual aporta a la sinergia colectiva. Así, la mente deja de ser un territorio incierto para convertirse en la victoria invisible que sostiene el rendimiento y acerca al equipo a sus metas más ambiciosas.